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El fallecimiento de Manrique: la crónica de lo sucedido

Era un viernes más en la Villa Olímpica de Vélez. Gris y tristón porque las nubes habían anticipado al sol en el comienzo del día. La actividad habitual llenaba de bullicio el predio del Fortín. Las Inferiores se preparaban para una jornada de entrenamientos y la Reserva salía a la cancha contra Racing, en lo que iba a ser un partidazo. El puntero chocaba contra el quinto. Hernán Manrique, ayudante de campo de Marcelo Bravo en la Reserva de Vélez, había llegado antes de las 9 para tomar el desayuno junto al resto del plantel. Lo hizo con total normalidad, pero media hora más tarde comenzó a sentirse mal. Hasta ese momento, claro, nadie se imaginó que la mañana del viernes se convertiría en una pesadilla. A las 11, Vélez y Racing salieron a la cancha sin el ayudante local. Para ese entonces, Palito ya estaba siendo atendido por los médicos, aunque se encontraba consciente.

“Se hizo la charla técnica, que la dio Marcelo Bravo. Él nos había dicho que no lo veía bien. El médico de la Reserva, Gabriel del Río, lo atendió y le preguntó los síntomas. Sentía un dolor, parecía algo más gástrico. Vomitó y se sentía un poco mejor. Yo salí a hacer la entrada en calor con los chicos y el médico se quedó con él. Luego se decidió llamar a una ambulancia, aunque había una acá, y le hicieron un electrocardiograma. Él seguía en la camilla cuando se terminó la arenga antes del partido”, relató el kinesiólogo Claudio Estenssoro en diálogo con ESPN. Y siguió describiendo los hechos: “En ese momento vinieron más médicos para reemplazar a Gabriel, que tenía que entrar a la cancha. Ahí se descompensó e hizo el paro cardíaco. Se hicieron las maniobras que había que hacer, se subió a la ambulancia pero se dieron cuenta de que hizo un nuevo paro y decidieron ir a un hospital más cercano que el Posadas. No se pudo hacer nada”.

Según lo relatado, Palito entró dos veces en paro. La primera vez lo pudieron sacar, pero el segundo lo hizo en la ambulancia y ya no hubo caso. Cuando la noticia llegó al club, los chicos estaban saliendo a jugar el segundo tiempo. Le iban ganando 2-0 a la Academia y estaban convencidos de que lo de Manrique era un malestar sin demasiada gravedad. Una psicóloga del club fue la encargada de darle la noticia a los jóvenes jugadores. En los alrededores, además, había algunos de Primera, que estaban viendo el partido concentrados a la espera de viajar por la noche hacia Avellaneda. No lo hicieron, porque el partido se suspendió y se pasaría a jugar en la fecha FIFA de mediados de junio.

“La noticia es terrible, no lo podíamos creer ninguno. Iban llegando del fondo los técnicos de las distintas divisiones y tener que darles esa noticia es una locura. Estamos mal porque era un excelente profesional y persona, un tipo bárbaro. Siempre contento y abocado a su trabajo, a buscar que su Reserva pelee siempre bien arriba como estaba”, lo despidió Pedro Larraquy, secretario técnico de las Inferiores. No hay consuelo.

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