Todos sabemos, lo presumo, desde la lógica más elemental, que hay cosas que están bien y otras que no.
Hay conductas heroicas y conductas cobardes.
Hay celebraciones y eventos que no lo son.
Celebrar y concelebrar es hacer célebre algo. Porque valió la pena recordarlo.
Porque fue digno de unas conductas llenas de virtudes, como el trabajo, la humildad, el compañerismo, el talento desplegado. Todo eso debía ser destacado y para ello la celebración.
Hay festejos varios: los nacimientos, sus cumpleaños, los religiosos, los casamientos…hasta los entierros tienen una forma respetuosa de decir adiós o de rendir tributo a un hombre destacado por su conducta, desde un pintor, un músico, un deportista, un dirigente o un familiar. ¿Esto está claro?
Los Romanos decían que había fastos y nefastos.
Nefasto es lo que no debe ser parte de la celebración. ¡Recordémoslo!
La violencia en una fiesta es el más gráfico ejemplo de lo que hablo.
Nadie puede mantener una celebración si otros andan a los tiros, a los botellazos o al despliegue de violencia contra hombres o mujeres (con su más variada gama de violencia).
La violencia siempre es mala (salvo la legítima defensa). Por eso, cuando se ven estos desastres, no pocos invitados dicen que te «jodieron la fiesta» cuando ello ocurre.
Del mismo modo, ayer en Argentina toda era una fiesta y quienes se desmadraron, alcoholizados o no, tratando de exteriorizar nada (subidos cual monos a las alturas sin pensar el daño propio y ajeno si se caían). ¡ESOS TE «JODIERON LA FIESTA»!
¡Así de simple!
Fue «fasto» el motivo de celebración y nefasto todas las conductas que exponían desmesura, violencia o simple alcoholismo.
¿La basura? no merece ser tratada en estas líneas pues demuestran la calidad de estos tipos que «Joden las fiestas».
Me pregunto: ¿querrán destacarse?
Pues si siguen así, serán tristemente célebres, gente nefasta.
¡A esos no los quiero en mi fiesta!
Ricardo Emilio PLANES – Página95.ar
