Internacionales

Estremecedores relatos de adolescentes sicarios

“A un hombre le enterré el cuchillo y le di 30 balazos en la cara”.

Los testimonios son espeluznantes, ya que se trata de chicos o chicas de 11 a 17 años detenidos en internados por su participación en grupos del crimen organizado en México, en especial en los sanguinarios Carteles del narcotráfico o en pandillas.

Muchos de ellos fueron sicarios, como Leonel, que aprendieron a matar siendo niños. Algunos sentían que cuando asesinaban estaban jugando al Call of Duty, un videojuego bélico pero en la vida real y donde el “game over” era la muerte. Su relato crudo provoca escalofríos.

“Una vez que secuestrábamos a la víctima el primer paso era obtener información. Si la obteníamos rápido le iba bien a la víctima. Un tiro en la cabeza y ya. Si se rehusaba recurríamos a la tortura. Los cortaba de abajo para arriba. Primero los pies, puedes ir quitando dedo por dedo o las puras uñas. La tortura a veces duraba varios días (…) Lo más difícil era cuando te rogaban por sus vidas. Dentro del Cartel te enseñaban eso: a ser despiadado”, contó Leonel, hoy recluido en un centro de menores.

Su testimonio está incluido en el estudio titulado “Niñas, niños y adolescentes reclutados por la delincuencia organizada” en México realizado por la ONG Reinserta, que entrevistó a decenas de estos chicos y chicas en distintos centros de detención del país nortemericano.

El testimonio de Leonel fluye sin remordimiento: “Poco a poco se te va quitando la humanidad. Y ya después pensaba: no los voy a estar acariciando, ni que fueran perros. Y les cortaba un dedo. No me arrepiento de lo que hice. Lo hecho, hecho está”, afirmó.

Pero este no es el único relato recogido en un estudio de decenas de páginas que se puede leer completo en el sitio de la ONG (www.reinserta.org).

A qué edad comienzan a reclutar a niños para convertirlos en sicarios

José Pablo Balandra, subdirector de Incidencia de la ONG Reinserta, explicó en el medio periodístico TN que hay un caso de un niño “reclutado a los 8 años, aunque la edad promedio va entre los 11 y 15. Están saliendo de la primaria, deberían continuar con su educación, pero las condiciones familiares y la estructura de la comunidad los van empujando poco a poco hacia la delincuencia organizada”, contó.

Las organizaciones de derechos humanos calculan que hay alrededor de 1500 niños y adolescentes recluidos en centro de internamiento por “delitos graves”. El 95% son chicos y el 5% nenas.

“El objetivo del estudio era visibilizar este fenómeno. El sicariato es lo nuevo. Antes los niños eran utilizados para estar pendientes en algunos puntos donde pasa la policía. Pero ahora esa es una primera actividad y van subiendo de grado hasta convertirse en sicarios, secuestradores o ´consigneros´, como se llama a quienes están encargados de deshacerse de los cuerpos”, comentó Balandra.

Ese era el trabajo de Tomás. “El vato (el tipo) venía atado y pués… lo mataba. Le tenía que quitar la cabeza y las extremidades. Ese era todo mi trabajo”, relató a una trabajadora social de la ONG.

Balandra explicó: “Los van entrenando en las sierras o en lugares apartados y reciben adiestramiento en portación, limpie y desarme de armas, técnicas para desmenbrar cuerpos como saber dónde están las zonas blandas donde cortar. Vemos una actividad más violenta”, apuntó.

Por estos “trabajos” los menores reciben un salario que jamás habían imaginado: hasta 35.000 pesos mensuales (casi 1.690 dólares).

(Fuente: TN)

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