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Otra vez Cuchán: ¿Qué se sabe de la nueva denuncia?

Se lo acusa de agredir a su expareja.

Pablo Cuchán, el hombre que cumplió condena por el crimen de la whitense Luciana Moretti (17) y salió de la cárcel en octubre de 2021, volvió a ser el protagonista de una grave acusación.

Su expareja, una mujer de 44 años, denunció a través del 144 que Cuchán la golpeó brutalmente en la noche del jueves en una vivienda del Barrio Napostá. Personal policial de la Comisaría de la Mujer investiga el caso.

Además, la denunciante mostró una lesión que tendría a raíz de una agresión previa. La presunta víctima prestó declaración en la noche del sábado y se espera que la causa avance en las próximas horas.

El caso Moretti:

En la madrugada del 16 de octubre de 2004, Luciana Moretti atendió un llamado telefónico, se despidió de su padre y salió de su casa. Desde ese momento y durante una semana, no hubo novedades de la chica de 15 años.

El 24 de octubre del mismo año un vecino que caminaba sobre la zona de las vías observó una cabeza humana. A diez días de la desaparición, se determinó que ese hallazgo era del cuerpo de Luciana Moretti.

El dentista que la atendía desde que era una nena confirmó la noticia a los medios. «Lo que tuve que ver no fue para nada grato. Los arreglos en las piezas dentales de ese cráneo se corresponden con los que le hice a Luciana Moretti. Lo lamento muchísimo», dijo.

La mañana siguiente a esa novedad, a la mesa de los investigadores del caso llegó un dato clave: un informe de telefonía indicaba que las dos llamadas que había recibido Luciana la madrugada del 16 de octubre habían salido de un número a nombre de un tal Cuchán. Y que la última vez que Luciana habló con sus padres para decirles que estaba bien lo hizo desde un fijo a nombre de ese tal Cuchán. ¿La ubicación de la línea? Juan José Valle al 3000, a unas 30 cuadras de donde vivía la familia Moretti.

Orden de allanamiento en mano, la policía irrumpió en un chalet con rejas verdes, techo de tejas, frente de piedra y ventanas de madera lustrada. Una casa que parecía familiar y tranquila. Una casa en la que Luciana entró el sábado a la mañana, pero de la que ya nunca pudo salir.

«Nadie, nadie pensaba que podríamos encontrarnos con todo esto. Es realmente increíble lo que aparentemente hizo este muchacho», dijo un investigador al salir del patio de la familia Cuchán.

En esa casa, debajo de un fogón, al fondo de un quincho, la policía encontró seis bolsas con huesos carbonizados, una lata de pintura llena de pelos largos chamuscados y manchas de sangre en el piso.

En el patio, al lado de una pileta de natación y cerca de un cantero con flores, encontraron tierra removida. Un perito se acercó con una pala, excavó y encontró más huesos rotos y astillados.

Pero la búsqueda no terminó ahí. Otros restos aparecieron entre la chatarra de un terreno baldío de Avenente al 4000, cerca de un taller mecánico al que Pablo Cuchán solía llevar su auto.

Esa misma tarde, justo antes del anochecer, Cuchán, de 25 años, sintió por primera vez el clic frío de las esposas abrazadas a sus muñecas. Con la cara descubierta, sin agachar la cabeza y custodiado por cuatro policías, salió de la casa y enfrentó a los periodistas antes de subir al patrullero.

El juicio

Tres años después, el 7 de julio de 2007, Pablo Víctor Cuchán se sentó frente a un tribunal. De traje y corbata, declaró que Luciana había muerto de una sobredosis de cocaína y que él no había tenido nada que ver con su muerte.

-¿Usted le proporcionó la droga a Luciana? -le preguntó el juez Mario Lindor Burgos, presidente del Tribunal Oral N° 1 de Bahía Blanca.

-No le proporcioné nada, la compartimos…

-¿Cómo consideró que ya estaba muerta?

-Los párpados, la lengua hacia atrás, el pulso…

-¿Tiene conocimientos de medicina usted?

-No. Yo tengo conocimientos de drogarme…

-¿Por qué no llamó a una ambulancia?

-Porque en ese momento yo no estaba en el mismo estado que ella, pero… No sé, son preguntas que usted me hace hoy, pero que yo me hago desde hace tres años.

Cuchán dijo que se asustó. Que no había descuartizado a Luciana. Que solo había llevado el cuerpo a la parrilla de la casa donde vivía con sus padres y una hermana, lo roció con 20 litros de solvente, le puso diez bolsas de leña encima y lo encendió.

-No veía salida. En el apuro, en el arrebato, la vi recostada sobre la cama y con la lengua dada vuelta. En eso empezó a sonar el teléfono o el timbre, no sé qué. Y bueno: la cargué en mis brazos y la llevé hasta al quincho de mi casa.

Cuchán aseguró que por su cabeza pasaron «dos millones de preguntas» que, en ese momento, no tenía tiempo para responder. Por eso recostó el cuerpo sobre una silla, abrió las puertas de chapa del fogón, lo metió adentro y volvió a cerrar las puertas con unas trabas que tenía al costado. «Después me fui a trabajar porque llegaba tarde», completó.

El 16 de julio de 2007 fue condenado a 18 años de prisión, decisión que luego se apeló y la condena bajó.

(Fuentes: Pagina95 y La Nación)

 

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