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Tras el consenso con el FMI, el Gobierno intenta contener la interna

Cerca de Alberto Fernández ya anticipan una dura reacción del cristinismo, que se mantuvo en silencio este viernes.

Que se doble pero que no se rompa: esa parece ser la máxima del Gobierno por estas horas, luego del preacuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional. Cerca de Alberto Fernández -donde admiten que no hay “acuerdos buenos”, sino posibles- ya anticipan una reacción K. A la espera del retorno de Cristina Kirchner, hubo silencio pero malestar en el ala dura del oficialismo.

Además del contacto permanente con el ministro de Economía, Martín Guzmán, el Presidente se rodeó estos días de sus funcionarios más cercanos. Este viernes de anuncios visitaron Olivos: Gabriel Katopodis (Obras Públicas), Santiago Cafiero (Cancillería), Juan Zabaleta (Desarrollo Social) y el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, entre otros.

“Estamos confiados: el protagonismo es algo que Alberto necesitaba hace tiempo, en relación con Cristina pero también en la relación con la gente. Fue muy albertista cómo se desarrolló todo”, señalaban este viernes cerca de uno de los ministros que acompañó al Presidente.

En la Casa Rosada admiten que el preacuerdo alcanzado con el FMI -que tiene todavía camino por recorrer- no es un buen acuerdo, porque “no existen buenos acuerdos con el Fondo. La Argentina no puede funcionar estando en la lista negra internacional: se despejan los vencimientos y un ajuste inviable, y ahora va a haber obra pública e importación de bienes de capital”.

En el cristinismo prevaleció durante este viernes un sugerente silencio generalizado. La Vicepresidenta regresaba de Honduras, según pudo saber este medio, cuando se anunció el principio de entendimiento alcanzado con el FMI.

En el ala dura de la coalición gobernante -admiten en ambos sectores- hay fuerte malestar por lo que se terminó negociando con el organismo.

Más allá de las promesas de Guzmán sobre la inexistencia de un ajuste, ajuste habrá. El mismo Fondo advirtió que el acuerdo con la Argentina incluye, entre otras cosas, una reducción de los subsidios energéticos, algo que evitó mencionar el ministro de Economía. Esa diferencias comunicacionales fueron anotadas en el sector K.

El único referente de peso K que salió a pronunciarse sobre el pacto con el FMI fue el gobernador bonaerense Áxel Kicillof, con una seguidilla de tuits. El mandatario provincial criticó la “herencia” macrista y se refirió al acuerdo casi como un mal trago: “Evitará una verdadera catástrofe en lo inmediato”, dijo.

En la Rosada aseguran que el plan del Gobierno será intentar gestionar la interna y buscará usarla a su favor.

“No sabemos si va a haber una carta de Cristina, pero la reacción se va a sentir, en lo público y en lo privado. Va a haber que administrarlo. Puede ser positivo. Si se tiene que mostrar la disidencia para que esta coalición represente a todos los sectores, los que putean el acuerdo y los que no, que sea así”, anticipan.

Luego del anuncio, el propio Presidente salió con un discurso duro contra el FMI y -luego de asegurar que el organismo cedió ante “nuestras lógicas”- pidió una “autocrítica profunda

Acuerdo con el FMI: cautela en Juntos por el Cambio, reacción dura de los liberales y toma de distancia del peronismo federal

Juntos por el Cambio reunió de urgencia a su Mesa Nacional. Los principales referentes de la coalición opositora emitieron un comunicado medido, que calificó de “positivo” el primer entendimiento con el FMI y advirtió que la respuesta en el Congreso dependerá de los “detalles del acuerdo definitivo”.

Además de los titulares de los tres partidos más importantes de la alianza, Patricia Bullrich (PRO), Gerardo Morales (UCR) y Maximiliano Ferraro (CC); el expresidente Mauricio Macri, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y los jefes parlamentarios, también participaron del encuentro los principales economistas del espacio: el exministro de Economía Hernán Lacunza, el diputado Luciano Laspina y Eduardo Levi Yeyati.

Entre los “halcones” y las “palomas” hubo acuerdo general de que la respuesta tenía que ser cautelosa. El discurso de los distintos referentes opositores giró sobre la idea de que el entendimiento es una buena señal, que nos aleja del default, pero faltan muchos detalles sobre el modo en el que el Ejecutivo cumplirá las metas pautadas, si el Gobierno aumentará impuestos y qué sucederá con la inflación.

Es un juego de equilibrios: Juntos por el Cambio se considera con claras chances de retornar al poder en el 2023, y teme un intento del oficialismo de dejar una bomba para la próxima administración. Al mismo tiempo, luego de reclamar un acuerdo durante un año y medio, evitan otorgarle al Gobierno la posibilidad de acusarlos de obstruccionistas.

“El Gobierno está comprometiendo más allá de una gestión, hay que mirar muy bien y actuar con mucha responsabilidad. Nosotros acompañamos la reestructuración de la deuda con el sector privado, no es nuestro propósito ir a obstruir. Pero el preacuerdo es un avance, no un plan económico”, señaló el jefe del bloque de la UCR en Diputados, Mario Negri, en diálogo con TN.

Quienes se mostraron durísimos contra el acuerdo informado por el Gobierno fueron, en cambio, los diputados liberales, José Luis Espert y Javier Milei. El primero lo calificó de “burla” y “estafa”; el segundo anticipó: “No vamos a acompañar esta porquería de acuerdo”.

“La chance de ser Gobierno la tenemos nosotros, no los liberales. Y nosotros tenemos que mirar con una óptica de mayor distancia”, señala un importante referente de Juntos por el Cambio respecto a la posibilidad de que la dura reacción de Espert y Milei debilite a la coalición.

El peronismo “federal” o “disidente” también anticipó su postura: los cuatro diputados que responden al gobernador cordobés Juan Schiaretti comunicaron que se abstendrán en la votación cuando el entendimiento llegue al Congreso: “Es responsabilidad del Gobierno”.

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